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sábado, 6 de diciembre de 2014

El Desafío de Lucía (2)





Los cálidos días de otoño estaban tocando lentamente a su fin, aunque aun se podían observar algunos árboles que lucían sus mejores galas otoñales, iluminando y dando el último toque de color a un incipiente paisaje invernal, y aunque el frío intenso se había convertido en el gran protagonista de los últimos días, aquella casa de ensueño se había convertido, gracias a unos pequeños toques de decoración, en un lugar cálido, cómodo y acogedor para el visitante. 

Mientras encendía una hermosa vela que decoraba la gran chimenea, los pensamientos de Lucía se concentraban en la forma de poder ayudar a Paula. Comprendió que el sufrimiento de aquella niña era, en realidad, doble: no solo había perdido a sus padres cuando aun no había llegado al año de edad, también había sufrido el abandono tanto de las autoridades, como de los potenciales padres adoptivos. Si a ello se le añadía la naturaleza extremadamente sensible de la pequeña, el resultado era, francamente alarmante. 

A la mañana siguiente una pensativa y preocupada joven se dirigió a la escuela. Si bien estaba acostumbrada a lidiar con todo tipo de situaciones, la tarea a la que se enfrentaba era realmente titánica. Comprendió que bajo la aparente timidez de Paula se escondía una enorme inseguridad y desconfianza hacia todo aquel que se le acercara, tratando de ayudar. Quebrar aquella coraza interna le llevaría mucho tiempo, eran necesarios pues toneladas de paciencia, amabilidad, tenacidad, cariño, mucho amor, y, sobre todo, saber escuchar e interpretar correctamente tanto las palabras, los silencios, las lágrimas y las sonrisas de Paula. 

Al llegar a la entrada de la biblioteca escolar se encontró con Marta: 

- ¡Lucía por fín has llegado! Los niños han estado ocupadísimos con la tarea. Me he tomado la libertad de leer algunas de las historias que han escrito, y, sinceramente, son, en general, maravillosas - le entregó una carpeta - la única que no ha entregado su historia fue Paula. Lucía, esta niña me tiene muy preocupada.....

- Comparto tu preocupación Marta, sabes - la joven echó una rápida mirada a la primera historia - bajo su timidez se esconde una enorme desconfianza e inseguridad. Confiaré en ella Marta, pues se bien que tiene el potencial para convertirse en una de nuestras mejores futuras alumnas. 






Los niños, con rostros encendidos de expectación la esperaban en el gran salón de la biblioteca. Con aquel optimismo tan singular que la caracterizaba desde siempre, y con la alegría pintada en su rostro, exclamó:

- ¡Que alegría volver a encontrarlos! - mientras los abrazaba uno uno se dio cuenta que la pequeña Paula volvía a brillar por su ausencia

- ¿Y Paula? ¿no ha venido con ustedes? - preguntó, mientras abría su bolso - ¿o acaso no ha asistido a clase?

- ¿Paula? Bah! ¿a quien le importa? ni siquiera acepta invitación alguna, no habla con nadie, y si lo hace es en monosílablos.., si tanto lo agrada la soledad...¡Pues que se quede sola!

Lucía apenas daba crédito a lo escuchado. Con voz serena y muy seria se acercó al pequeño: 

- Pablín no es correcto que te burles así de una de tus compañeritas - su voz suave, aunque firme y seria, no permitía excusa alguna, y dirigiéndose al resto de los niños - y menos cuando ignoran la causa de un comportamiento semejante, caso contrario pueden herir sentimientos....

- Pero - la pequeña Sandra trataba infructuosamente de defenser a su amiguito - si no nos habla, entonces ¿que hacemos? - con idéntica seriedad, aunque suavizando su tono de voz, la joven contestó, sin titubeos: - en ese caso es mejor preguntar a los mayores, a sus padres, o a los maestros de la escuela. Lo que les puedo decir con total seguridad es que Paula no tiene nada en contra de todos ustedes

- Pero entonces ¿Que le sucede? ¿Por que es tan esquiva? - Sandra había tomado la iniciativa - en realidad quisiéramos ayudar, solo que no sabemos como....






Notando la gran disposición que tenían los niños en ayudar a Paula, la joven tomó una rápida desición: 

- Niños, cierren sus libros por un rato, les contaré lo que sucede con Paula - se sentó en medio de aquellos pequeñuelos y de manera tranquila comenzó: 

- Deben saber que los papás de Paula fallecieron cuando aun era muy pequeña - Pablo, con la sorpresa pintada en su pequeño rostro preguntó: - ¿no tiene papás? - su joven voz se quebró casi por completo y las lágrimas comenzaron a inundar su rostro, valiéntemente siguió preguntando: -  ¿no tiene tías ni tíos? - Lucía le acarició su cabello - los tiene amiguito, pero no quieren ocuparse de ella....

 - ¿Tampoco papás del corazón? - fue Sandra quien siguió preguntando, tan valientemente como lo había hecho Pablo - no pequeña - fue la triste respuesta de Lucía - nadie quiere ayudar a Paula, y menos darle un hogar y una oportunidad. A pesar de su silencio, Paula los necesita, solo que tiene miedo de volver a ser rechazada....


Los niños habían seguido aquel relato con muchísima atención. Sus miradas se cruzaron rápidamente, habían tomado una desición. Pablo, una vez más, tomó la iniciativa: - ¡Pobre Paula! si solo pudiéramos ayudar, pero ¿como hacerlo de la mejor manera? - Lucía se enterneció al escuchar aquellas palabras, suavemente contestó con una sonrisa:

- Simplemente sigan intentando llegar a su corazón, como hasta ahora. Y, sobre todo, no tomen su silencio como algo personal en contra de ustedes. Y - observó aquellos rostros infantiles que la observaban con admiración y cariño a la vez - traten de ser amables y respetuosos con su desición y sus necesidades - el sonido de la campana, anunciando el recreo de media mañana, interrumpió brevemente sus palabras - ¡Niños, sigan inventando historias! La próxima vez elegiremos, entre todos, las diez mejores. Recuerden que todas ellas aparecerán publicadas en el libro. ¡Ahora salgan a jugar y a divertirse!.......






Desde su escritorio, la joven observó el alegre ir y venir de los pequeños. Súbitamente recordó su propia infancia. ¡Que feliz y orgullosa se había sentido en su primer día de clase, cargando su mochila! ¡Cuántos bellos e inborrables recuerdos! Estaba por servirse una taza de café, cuando se abrió la puerta y apareció su compañera Andrea, responsable de las tareas en la biblioteca durante el turno tarde

- ¡Hola Lucía! - saludó alegremente, y mientras colgaba su abrigo - hace un frío terrible, casi me congelo en el camino - Lucía le sirvió una taza de humeante café - ¡pero Andrea!, el sol brilla y apenas se siente una suave brisa, ¡de seguro que no es para tanto! Además la temporada invernal aun no ha comenzado....

- ¡Brrr!, sinceramente prefiero el otoño - ordenó algunos papeles en su escritorio - Lucía, escuché que estabas buscando a Paula, la he visto en el parque de la escuela, cerca de la entrada al gimnasio. Quizás aun esté allí....

- ¡Gracias Andrea! - la joven se despidió de su amiga con un efusivo abrazo, y salió, cual rayo en busca de la pequeña. Cruzó el gran patio con rapidez, hasta llegar al gran portón de madera que daba al parque escolar. Allí, entre los enormes árboles y cerca de la entrada al gimnasio divisó una figura infantil, y al acercarse reconoció a la pequeña de inmediato. 

- Paula, tus compañeritos han estado muy preocupados buscándote por todas partes. ¿Que haces aquí toda sola? - como única respuesta aquella niña tan particular levantó sus ojos, rojos de llanto, hacia Lucía

- Mejor es que me sigan buscando entonces - murmuró la niña entre sollozo y sollozo - estoy acostumbrada a estar sola - trató de justificar su actitud - desde muy pequeña - sin comprender bien la causa, aquella niña comenzaba a confiar, por primera vez en su vida, en otra persona - Paula abrió su mochila. Finalmente le entregó a Lucía una pequeña carpeta con una bella portada " Ping, el duede saltarín" - lo tenía terminado hace tres días - explicó con la inocencia propia de un niño....

Lucía sobrevoló los primeros párrafos con rapidez - ¡Vaya sorpresa! - exclamó con un guiño de picardía - no sabía que entre mis estudiantes se encontraba una potencial escritora - la joven ordenó rápidamente su mente - tengo una idea - se volvió hacia la niña quien la observaba atentamente - ¿que te parece si, durante las próximas semanas vienes a vivir a mi casa? - los ojos de Paula se abrieron de par en par - hay varias habitaciones, puedes elegir la que más te agrade, y donde te sientas más cómoda ¿que te parece pequeña?

Como única respuesta una mano pequeña se aferró con fuerza a aquella de Lucía. Aquella estampa tan especial dejó una huella imborrable en el corazón de todos los profesores, compañeros de trabajo y estudiantes de Lucía, quienes incrédulos ante aquel milagro obsesrvaban como aquellas dos figuras se hacían cada vez más pequeñas, hasta desaparecer en el horizonte lejano.......









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