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martes, 23 de octubre de 2012

La mirada de Lucía (9)




Aquel cielo, antes completamente diáfano, se había comenzado a cubrir parcialmente  con algunas nubes, que, sin embargo, no llegaría a empañar aquel paseo, pues muy pronto el sol, que había salido de su escondite, comenzó a iluminar, como si de un artista se tratara, aquella playa de ensueño, realzando la elegancia y hermosura de aquel "Capitán de los Siete Mares" de manera especial. Mientras que subían a bordo, y, aprovechando un instante de distracción de Mariela, Juan le susurró a Lucía: 

- Sabes pequeña, este barco es especial - y mientras que la niña lo observaba atentamente con sus enormes ojos azules agregó - entre tú y yo...., está lleno de tesoros especiales, ¿te animas a encontrarlos? -  y mientras que "El Capitán de los Siete Mares" se alejaba lenta y majestuosamente de aquellas costas, una pequeña niña estaba por comenzar a explorar aquel, para ella, enorme y misterioso barco....

Mariela había realizado una pequeña inspección de aquel barco, al regresar junto a Juan comentó: 

- ¡Que hermoso barco Juan! Cómodo y suficientemente espacioso para pasar momentos agradables, cuidado hasta el más mínimo detalle - aspiró profundamente aquel aire marino - ¿como se te ocurrió bautizarlo con un nombre tan original y aventurero? "Capitán de los Siete Mares"... ¡que misterio!..., a menos que..., - lo observó con creciente asombro:

- ¡Exacto Mariela! Una de las historias que, desde siempre me fascinaron fue la de Simbad  en Las 1001 Noches y sus siete viajes llenos de aventuras, por lo que llamarlo "Capitán de los Siete Mares" fue lo más natural del mundo. 

- A Lucía seguramente le encantaría la historia de Simbad - la joven se detuvo un instante en sus pensamientos - A propósito Juan - lo observó detenidamente - ¿sabes algo de Lucía? desde que embarcamos la he perdido de vista....






El joven sonrió enigmáticamente: - La última vez que la he visto estaba muy entusiasmada - los ojos de la joven lo observaban con creciente asombro - pues se estaba por embarcar - el largo silencio que siguió solo hizo crecer aun más el misterio - en una aventura sin igual: la búsqueda de un tesoro

- ¿Un tesoro? ¿En este barco? pero Juan.., no comprendo

- No se trata de un tesoro verdadero Mariela, aunque, para una pequeña niña sí lo será - explicó pacientemente - compré unos pequeños cofres que pinté y les di un acabado antiguo.., anteriormente, y con tiempo, había copiado algunos dibujos de monedas antiguas, realicé unas cuantas de ellas, dándoles un acabado dorado bastante resplandeciente.....

- Una idea fabulosa para entretener a una pequeña niña como Lucía - sonrió Mariela -  esta vez fue la joven quien fue interrumpida súbitamente por Lucía, quien, con el rostro encendido exclamó entusiasmada: 

- ¡Creo que he encontrado un tesoro! - y ante la mirada de los adultos abrió su pequeña mano en donde guardaba, como prueba, ¡dos monedas de oro! - Hay muchos cofres chiquitos escondidos por todas partes - siguió contando con enorme entusiasmo

Mariela sonrió - ¡Vaya sorpresa pequeña! - y mientras se levantaba: - nos encantaría ver los cofrecillos, ¿verdad Juan? - el joven asintió - no se encuentra un tesoro todos los días,  ¿nos los muestras? - y guiados por Lucía llegaron, después de algunas vueltas, hasta una corta escalera..., debajo del último escalón se divisaban algunas monedas de oro....





- Mira Juan - Mariela señaló al suelo - monedas de oro antiguas - se detuvo y observó con mayor atención - fíjate - se volvió hacia el joven - allá atrás hay algo más escondido, espera - y agachándose casi desapareció por un instante, para regresar con un cofrecillo cerrado en la mano, que puso suavemente sobre un taburete - ¿Tu crees que deberíamos abrirlo Lucía? - preguntó, y sin esperar la respuesta de la pequeña, abrió el cofrecillo en cuyo interior volvieron a brillar aquellas "monedas de oro"

- ¿De quien será este tesoro Juan? - Mariela se volvió al joven - quizás nos puedas ayudar a desentrañar este misterio...

- Creo - dos pares de ojos estaban fijos en él - que este barco debe de haber pertenecido hace tiempo a - fue interrumpido por una entusiasmada niña: - ¿a un pirata? - preguntó con un candor sin igual

- No creo pequeña que haya pertenecido a un pirata - Lucía se había sentado en el último escalón y escuchaba fascinada aquella historia - más bien estoy seguro que - intercambió una rápida mirada con Mariela - su último dueño debe de haberse llamado Simbad..., que realizó siete viajes llenos de increíbles aventuras...

- ¿Simbad? - preguntó la niña - ¿tu lo has conocido? 

- No pequeña, a Simbad el Marinero nadie lo conoce personalmente, pero todos conocemos su maravillosa historia ¿quieres que te la cuente? - y mientras el barco se deslizaba tranquilamente sobre las olas, una entusiasmada niña escuchaba, por primera vez, la historia de Simbad y sus siete viajes llenos de peligros y aventuras, en uno de los cuales Juan agregó el "descubrimiento" del tesoro....

Con tantas aventuras vividas y tesoros encontrados, nadie se dio cuenta de la hora, y cuando regresaron a cubierta el sol se ponía en el horizonte, obsequiándoles un hermoso y único espectáculo..., y después de una nutritiva cena a bordo, nuestra pequeña protagonista, agotada pero feliz, regresó a la tibieza de su cama, volando hacia el mundo mágico de los sueños y de las ilusiones








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