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viernes, 19 de agosto de 2016

El último farol







Las emociones suelen tener vida propia. Generalmente ayudadas, sea por una imagen mental, por una melodía, por un aroma, (¿quien no recuerda los inconfundibles aromas que acompañaban los platos, oh tan deliciosos de nuestra infancia?) o por una palabra, un gesto, una sonrisa, nos transportan a épocas pasadas..., y de aquellos recuerdos, muchas veces, hilbanados con cuidado al detalle, resultan las más bellas historias, como la del viejo, destartalado y oxidado farol...

La historia oficial de cada país, cuidad, pueblo, etc suele estar meticulosamente anotada en los archivos y libros de historia: las conquistas, los reyes, las batallas, los tratados que dieron forma a cada lugar nos son bien conocidos.., aunque, la historia secreta de los monumentos, y adornos (consideremos a las farolas como tal) nos hablan también del caráter y temple de sus habitantes....

El pequeño pueblo de Monte había sido fundado en la Edad Media. Una de sus peculiaridades era la enorme fosa defensiva que aun se encontraba en bastante buen estado, y que se extendía alrededor de las 3/4 partes de su perímetro, otra era el cuidado con el que se trataba de mantener cada espacio histórico y cultural. Pero sin lugar a dudas, una de sus atracciones más importantes y destacadas era el viejo farol, aun en funcionamiento y orgullo de toda la comunidad

Según los anales de la historia, aquel farol fue uno de los primeros en adornar la pequeña y pintoresca plaza de aquel lugar, es más, incluso había sido fabricada especialmente para aquel paraje paradisíaco. Otra de sus características únicas era su gran altura: se la podía divisar fácilmente desde casi cualquier parte de aquel lugar, e incluso se la solía conocer como "La antigua, esbelta y elegante dama de Monte". Todo parecía estar en perfecta armonía, hasta que....

El Ayuntamiento de la ciudad, habiendo notado el enorme deterioro de las antiguas farolas, y con otras mejoras en mente para embellecer y modernizar un poco aquel pueblo, decidió comenzar por cambiar aquellas farolas más antiguas del pueblo por unas bastante idénticas, aunque, claro está más modernas y ahorrativas.., y se tropezó obviamente, con la aireada protesta de sus ciudadanos







- ¿Reemplazar el farol? ¿Nuestro farol? - preguntó Cristián, un joven carpintero, sin poder dar crédito a las palabras del Alcalde - es una broma ¿verdad? - siguió casi con desesperación

- ¿Una broma? - la voz del joven alcalde denotaba una gran sorpresa y estupor - para nada - prosiguió - ustedes mismos pueden observar el estado deplorable de este bello farol, el paso del tiempo y el poco cuidado que de él han hecho mis predescesores, me obliga a tomar esta dolorosa decisión - y con gran amabilidad prosiguió - estoy seguro de que todos comprenderán....

Un enorme silencio fue la única y contundente respuesta de aquellos ciudadanos. Aquel farol era parte del Patrimonio Histórico de Monte, y, por lo tanto, era impensable aquella idea del alcalde. Había sido elegido hacia ahora dos años atrás. Fueron su gran entusiasmo y su simpleza lo que finalmente conquistó al electorado. Sus ideas, a veces bastante innovadoras, habían contribuido a mejorar la imagen de aquel paraje tan especial, incluso más allá de sus fronteras. El aire parecía poder cortarse con un cuchillo. Finalmente, una joven se adelantó: 

- El farol, señor alcalde - su voz temblaba como una hoja al viento - es parte de nuestro Patrimonio Histórico. Por más viejo, destartalado y oxidado que se encuentre..., ¡es nuestro! ¡es parte indisoluble de este pueblo! Reemplazarlo sería traicionar nuestra historia, olvidarnos de nuestra identidad,,,

El Alcalde, viendo la desesperación, tristeza e indignación en los ojos de todos, trató de dar a su voz un tono conciliador - comprendo la desazón que sienten, pero, me temo que la decisión ya ha sido tomada: la semana que viene se comenzarán a cambiar absolútamente todos los faroles viejos del pueblo. Ya verán - añadió, traando de transmitir confianza - Monte se convertirá en un ejemplo a seguir.....







A estas alturas. reinaba entre todos los asistentes una sensación de desazón, frustración, incomprensión y tristeza. Los ojos de todos se humedecieron al levantar la vista hacia aquel viejo farol. Aquella belleza los había acompañado desde el principio, es más, cada uno de sus 3000 habitantes lo consideraba irremplazable. Finalmente, el hombre más anciano del pueblo pidió la palabra: 


- Señor Alcalde - comenzó no sin algún que otro titubeo - usted es joven, y la juventud, a veces, (y es totalmente normal), no comprende la acción y las decisiones de los mayores. No le  pediré, por ende, que nos comprenda..., solo le pediré que respete nuestra necesidad y nuestra decisión - se volvió hacia un grupo de jóvenes - María, me gustaría que me acompañes - la joven, que tan valientemente había hablado hace minutos atrás, se acercó, y solícita respondió - Por supuesto abuelo, aquí estoy, siempre que me necesites.


- Mi nombre, Sr. Alcalde es Miguel Sotomayor, y he sido uno de los primeros habitantes de Monte, desde que volvió a ser habitado, hace ahora unos 85 años atrás. El farol, que usted quiere tan alegremente reemplazar es parte de este pueblo desde el principio, y como ya ha dicho mi nieta, reemplazarlo sería perder parte de nuestra identidad

- Sr. Sotomayor, no es mi intención ofender a ninguno de los ciudadanos de Monte, solo deseo embellecer y modernizar este pueblo...

- Lo que nos parece genial - la joven María volvió a tomar la palabra - pero no solo se trata de embellecer y modernizar un poco al pueblo, también es necesario que respete,  proteja y restaure, si es necesario,  los monumentos del Patrimonio Histórico, 







- Pero solo se trata de un farol! - exclamó el Alcalde - un simple y antiguo farol ¿que puede tener de especial este farol? no es el único que existe en el pueblo - trató de defenderse.....

- ¿Que tiene de importante este farol? - respondió la joven - Sr. Alcalde, acaso ¿no ha leído en los libros guardados en la biblioteca del ayuntamiento la historia de nuestro pueblo y de las pequeñas y a veces, insignificantes joyitas que los adornan y que tienen vida propia?

- Claro que me he interesado por la historia de este pueblo! - trató de defenderse el alcalde - aunque no le di demasiada importancia al tema de las joyitas del Patrimonio Histórico

- Este tan viejo y oxidado farol tiene vida propia Sr. Alcalde - Miguel Sotomayor, con la tranquilidad pintada en su rostro prosiguió - en la Edad Media, a poco de haber sido colocado en este mismo lugar, fueron los juglares que, con sus cantos, llevaron la historia y la belleza del farol a tierras lejanas, para que los viajeros pasaran por Monte

- ¡Vaya novedad! - murmuró el Alcalde por lo bajo - como si ello tendría importancia en nuestros días.....

- Sr. Alcalde, respete nuestra tradición, por favor, verá - la voz de aquel valiente hombre, ganó en confianza: -  el farol es también un punto de encuentro: bajo su tenue luz se han tejido las historias más bellas. alegre, tristes y desgarradoras de todos los tiempos, reemplazarlo, para nosotros es totalmente inadmisible, mantenerlo sí, más reemplazarlo...¡jamás!







Los siguientes días fueron, para todos los habitantes, un verdadero calvario. Bien sabían que, si no se encontraba una solución, aquel farol desaparecería para siempre, más teniendo en cuenta que ya se estaban comenzando a realizar los primeros cambios de faroles, concretamente en el límite del pueblo. Finalmente fue Cristián, el joven carpintero que, con gran entusuasmo propuso: 

- Creo saber cual es la solución al problema, verán - el silencio se hizo eterno - es obvio, que el Ayuntamiento no dará su brazo a torcer, entonces....¿que les parece si somos nosotros mismos los que lo  arreglamos, pintamos, y ponemos en condiciones nuevamente..., y nos hacemos cargo, en un futuro de mantenerlo siempre en condiciones? 

- ¡¿Nosotros?!, pero que gran idea..., pero ¿como?..., no tenemos los medios para hacerlo - se escuchó desordenadamente de todos lados

- Esperen - la voz de María se alzó sobre aquel barullo con gran claridad - ¡por supuesto que tenemos los medios!, ¿acaso no se han hecho en este mismo pueblo trabajos similares? Hemos pasado por situaciones similares..., y fuimos finalmente nosotros quienes, apoyados parcialmente por los alcaldes de turno (que generalmente se habían quedado con muy pocos recursos), terminábamos el trabajo. 

Un grupo alegre de ciudadanos se encaminó hacia el Ayuntamiento, para proponer esta idea al Alcalde. Idea que, desde ya, fue muy bien recibida. Y para que la plaza del pueblo no luzca desierta en el intérín, el Ayuntamiento propuso colocar un farol "de emergencia". Es cierto: las obras avanzaban a pasos lentos: fue necesario medio año de esfuerzo y dedicación para poner el farol nuevamente en funcionamiento. Hoy en día la tranquilidad ha regresado a Monte, y en las noches se puede observar, de cualquier lugar del pueblo una cálida y brillante luz que ilumina cada rincón de este paraje: se trata del viejo farol, ahora embellecido, que seguirá acompañando a los habitantes de Monte por toda la eternidad.





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