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viernes, 1 de marzo de 2013

El Secreto de Mercedes


Un tórrido día de verano estaba llegando a su fin, dando paso lentamente a una de aquellas noches tropicales que invitan a realizar un paseo nocturno, descubriendo las bellezas de una gran ciudad bajo otra mirada, otra luz. Las avenidas de aquella gran urbe se encontraban,(época de vacaciones) semi vacías, otorgándole aquel aire  tan característico de la época estival, solo interrumpido por las alegres risas de los jóvenes y adolescentes, reunidos en las distintas plazas, o quizás esperando con ansiedad el comienzo del recital de su artista preferido, mientras que las heladerías, abarrotadas de gente que buscaba refrescarse a toda costa, casi no daban a basto con la atención. El cielo, anteriormente totalmente despejado, se había cubierto por completo por una densa capa de nubes, y algunos rayos cruzaban, con enorme rapidez el firmamento, mientras un gélido viento comenzaba a soplar, cada vez con más fuerza e intensidad, y a lo lejos se escuchaba el amenazante sonido del trueno, acercándose con gran rapidez a la ciudad, descargándose con inusual intensidad sobre  sus habitantes, quienes apenas tuvieron tiempo para encontrar un techo que los protegiera de aquel diluvio. Las risas y las bromas cesaron súbitamente, y muy pronto la gran urbe quedó sumida en un profundo y prolongado silencio....

Amanecía lentamente sobre Buenos Aires, y los primeros rayos del sol de enero comenzaron a iluminar cada rincón de aquella bella ciudad anunciando la llegada de  un nuevo día y alejando definitivamente las últimas nubes de aquella gran tormenta de la noche anterior, cuyos recordatorios (especialmente ramas caídas por efecto del viento), habían desaparecido como por arte de magia, gracias a la eficiente labor de    limpieza. Las calles y las avenidas de la llamada Reina del Plata pronto se volvieron a llenar de vida, que bulliciosa volvía a fluir en cada uno de sus  rincones, calles y plazas, mientras que los bares y los restaurantes típicos de Buenos Aires abrían sus puertas, en espera de la llegada de sus clientes habituales. 

Como todas las mañanas, Joaquín D'Amato, empleado en una incipiente y todavía pequeña editorial, se preparaba para emprender un nuevo día laboral. A las apuradas (todavía no había logrado organizar su mañana satisfactoriamente), terminó de beber su ahora fría taza de café, y salió, veloz como un rayo, a tomar su desayuno en los "36 Billares", uno de los cafés más tradicionales de la ciudad, que, además, quedaba a pocos pasos de su oficina. Esta vez su mesa habitual, cerca de la puerta, estaba ocupada, aquella, cerca de la gran ventana, era justo lo que estaba necesitando. Una amable camarera se acercó preguntando: 

- Buenos días señor ¿Que desea tomar? - la muchacha lo observó detenidamente - ¿Té, café, desayuno continental o simple, con o sin zumo de naranjas? También ofrecemos nuestras típicas y muy deliciosas medias lunas (croissants), y todo tipo de delicias adicionales....

Totalmente sorprendido por aquella pregunta, y levantando la mirada preguntó:

- ¿Como te llamas muchacha, acaso eres nueva? - la observó en silencio - ¿Y Ana?  ¿le ha sucedido algo? ella conoce bien mis gustos.....




La joven respondió amablemente: 

- Mi nombre es Beatriz, aunque todos me suelen llamar Bea - sacó su lápiz y anotó el pedido de Joaquín - Ana no regresará hasta dentro de por lo menos diez días señor, los motivos los desconozco - desapareció raudamente, dejando a Joaquín sumido en sus propios pensamientos, que pronto fueron interrumpidos nuevamente: 

- Su pedido señor, café con leche bien caliente con dos croissants, una tostada con mermelada de frambuesa y un vaso grande de zumo de naranjas recién exprimido, y además me tomé la libertad de traerle el periódico y dos revistas: Ciencia Total y Enigmas y Misterios de la Humanidad -  amablemente concluyó - feliz lectura - y antes de que Joaquín haya podido agradecer, desapareció, tan silenciosamente como había aparecido. 


Mientras que disfrutaba de su desayuno y observaba el incesante ir y venir de los demás, se puso a considerar su posición actual. Había llegado a Buenos Aires desde la Patagonia, hace cinco años atrás, suponiendo que la vida en una gran ciudad era más placentera y llena de oportunidades, aunque la realidad pronto le demostró lo contrario: como principiante había sido rechazado en muchos diarios y oficinas administrativas,  a duras penas había encontrado trabajo en aquella pequeña editorial, las oficinas eran diminutas, el aire acondicionado siempre en reparación, su superior siempre apurado y de mal humor.. ¿Valía la pena seguir en un lugar donde no se sentía a gusto y, por ende, realizaba su tarea con bastante desgano, solo para cobrar su sueldo a fin de mes? El mismo se encontraba actualmente en una mejor situación que hace cinco años atrás, además, había ganado en experiencia. De algo estaba seguro: el mundo estaba lleno de nuevas oportunidades, de entre todas ellas, seguro que encontraría la suya propia.




Terminó su desayuno, y mientras esperaba que Bea regresara con el vuelto, se puso a hojear la revista Enigmas y Misterios de la Humanidad, sorprendiéndose gratamente por la calidad de los artículos allí publicados. En ese momento regresó la joven: 

- Su vuelto señor - dijo con una sonrisa 

- Gracias Bea, puedes quedarte con el cambio - y antes de llegar a la puerta preguntó -    La revista de Enigmas y Misterios, ¿sabes si es nueva?, la estuve hojeando y me parece excelente. 

- Gracias - la joven estaba emocionada, aquellas monedas desaparecieron rápidamente en el bolsillo de su delantal - Creo que es nueva señor - contestó amablemente - sale una vez por mes, y este es su segundo número, me parece. 

El sonido del reloj de la catedral lo devolvió a la realidad, y cruzó la Plaza de los dos Congresos, sin detenerse, como era su costumbre, frente a la estatua del Pensador de Rodin, aunque antes de subir por el ascensor que lo llevaría a su oficina, encontró aquella revista de Enigmas y Misterios de la Humanidad, y sin titubear ni en lo más mínimo, compró los dos primeros ejemplares. 

Llegó casi jadeando a su lugar de trabajo, y apenas se había acomodado en su silla: 

- ¡Joaquín D'Amato a mi oficina! - el joven tocó tímidamente a la puerta - adelante - el director de la editorial, Luis Fuentes, en tono severo le advirtió: 

- Joaquín, que sea la última vez que llega tarde al trabajo - observó al joven, que parecía haberse empequeñecido, súbitamente, y suavizando su tono de voz prosiguió: - No crea que me agrada mostrarme tan severo Joaquín, pero la puntualidad es esencial en esta oficina, y además - el silencio fue interminable - las pequeñas editoriales siempre suelen estar en desventaja con respecto a la competencia, por lo que encontrar novedades interesantes antes que nuestros grandes competidores nos dará no solo un poco de respiro, sino también oxígeno adicional para seguir expandiéndonos, creciendo un poco más lentamente que los demás. 

- Prometido señor - murmuró el joven - De ahora en más trataré de ser lo más puntual posible. 

A la hora del almuerzo regresó, una vez más, a la lectura de aquella revista tan fascinante, preguntándose quien (o quienes) la editaban. Cual no fue su sorpresa cuando encontró la editorial escrita por Mercedes Santamaría.....¿Mercedes Santamaría? el nombre le sonó tan familiar..., buscó en sus recuerdos de infancia... ¡por supuesto!  Su prima Mercedes Santamaría vivía en la Ciudad Eterna (Roma), desde sus 14 años de edad, y siempre le había fascinado los misterios de la humanidad. Ella lo había visitado hacia dos años atrás, devolviéndole, de esa manera la visita que había realizado a Roma, años atrás. Le había hablado de su proyecto de editar una revista sobre el tema, y vaya muñeca excelente que tenía para ello. Lo que Joaquín no sabía (y menos aun imaginaba) era que una carta de Mercedes lo estaba esperando, pidiéndole consejo y ayuda para desentrañar un misterio sobre su propia vida: el Secreto de Mercedes estaba por revolucionar y cambiar la vida de Joaquín para siempre, lanzándolo a vivir y experimentar una aventura sin igual......


















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