Suaves y delicadas melodías bajaban por la escalera con sus sonidos mágicos e irresistibles, inundando cada rincón de aquella casa tan especial de música, y aunque los adultos trataron de ignorarla, fue finalmente Sonia quien, notando la emoción y la sorpresa en el rostro de nuestra pequeña protagonista dijo:
- Preciosa música, ¿no te parece Lucía? - los grandes y bellos ojos azules de la pequeña centellaron en mil colores, sus mejillas ardían, y toda su atención estaba centrada en aquella escalera y en la magia de aquellos sonidos, sus pequeñas piernas la habían llevado hasta la escalera misma, sus grandes ojos estaban fijos en Sonia y ésta, recordando súbitamente las indicaciones de Mariela, se dirigió amablemente a los demás:
- Nuestros amigos nos invitan a seguir celebrando escaleras arriba, y acompañados de música.
Para una pequeña niña, aquella velada fue inolvidable. Cuan no sería su sorpresa al descubrir que los artífices de aquellas bellas notas musicales no eran otros que sus grandes amigos: Mariela (violín), Fernando (saxo) y Juan (piano). Sus grandes ojos azules observaban atentamente a los tres músicos amateur, que, con verdadera pasión lograban arrancar de sus respectivos instrumentos aquellas preciosas melodías que la habían guiado hasta allí. Aquel "concierto" la había atrapado por completo, a tal punto que ni se percató de que ya no era la única espectadora. Aquellas pequeñas manitos se enrojecieron de tanto aplaudir, y entusiasmada corrió hacia aquellos músicos:
- Despacio pequeña ¡Cuidado con los instrumentos! - Mariela contuvo a duras penas la carrera de aquel pequeño torbellino humano, que los observaba con sincera admiración, aun sin poder asimilar por completo lo que había sucedido. Finalmente exclamó:
- ¡Que bello!, pero...,¿por que se han detenido?, sonaba tan bonito - los tres amigos intercambiaron una rápida y disimulada mirada, y un instante después aquellas habitaciones se volvieron a llenar de melodías alegres.
Las sorpresas aun no habían terminado. Al llegar al a la cocina, nuestra pequeña protagonista se sorprendió al ver a Juan, quien alegremente la saludó:
- Buenos días pequeña, ¿como amanecimos hoy? - la observó disimuladamente,, y, mientras llenaba la cesta de pan con exquisiteces irresistibles, dijo, en un tono más bajo: - ¿Por que no te adelantas Lucía? Estoy seguro que - le guiñó un ojo con picardía - nuevas aventuras te esperan....
La niña salió de la cocina con la intriga pintada en su pequeño rostro y con la cesta de pan en la mano, y se encontró, a mitad de camino con Mariela. Ésta al verla ya levantada exclamó:
- ¡Pequeña pero como hemos madrugado hoy! - le acarició la dorada cabellera, e ignorando por completo la presencia de Juan - no me digas que has preparado tu sola el desayuno Lucía - quedó totalmente boquiabierta al encontrarse con Juan que salía de la cocina, con el café recién preparado
- ¿Juan? sonrió ampliamente - ¡vaya mañana sorpresiva! ¿que haces tu aquí? Creí que aun estabas durmiendo plácidamente, especialmente teniendo en cuenta que nos hemos acostado a altas horas de la madrugada
El joven rió con ganas - ¿Y olvidarme del regalo especial que hemos preparado para Lucía? Aquellas "Noches de Arabia" la están esperando desde hace tiempo Mariela - y conociendo las objeciones de su amiga al respecto agregó - Verás como por si sola se esforzará en aprender a leer con más rapidez y entusiasmo.
Al llegar a su lugar, los ojos de Lucía se abrieron de par en par: sobre su asiento había un gran paquete esperando ser abierto por pequeñas y diminutas manos. Alzó sus bellos ojos azules hacia Mariela:
- Ábrelo pequeña - e intercambiando una rápida mirada con Juan - ayer estabas tan cansada después de la fiesta, que decidimos entregártelo hoy.
- ¡Un libro! - exclamó entusiasmada, quedando instantáneamente fascinada con la encuadernación sumamente colorida, y aunque todavía no era una pequeña experta en la lectura, quedó encantada con aquellos dibujos que encontró en su interior.
Juan la observaba con inmensa alegría - ¿Recuerdas aquella historia que les conté sobre Simbad el marinero? - los grandes ojos azules de Lucía intensificaron su color aun más, al exclamar: - ¿Simbad el marinero con su tesoro? - La sonrisa de Juan se intensificó - ¡Pues sí! el único que existe - buscó en el índice, y después de haber encontrado lo que buscaba volvió a cerrarlo misteriosamente - Los viajes aventureros de Simbad pequeña, y muchas otras historias maravillosas las encontrarás escondidas entre las páginas de este mágico libro
El entusiasmo de aquella niña no tenía límites, tomó el libro en sus manos y dirigiéndose a Mariela preguntó, con un encanto irresistible:
- ¿Puedes comenzar a leerme la historia de Simbad? - Mariela río con ganas - ¡Claro que sí, con gusto pequeña! - la abrazó tiernamente - tengo una idea ¿por que no comenzamos por el principio? Ya que el libro está lleno de aventuras, comencemos a recorrerlo juntas - observó a la pequeña, que la escuchaba con gran atención - ¿te parece leer dos o tres hojas por noche, por ejemplo, antes de apagar la luz? - Lucía aplaudió con entusiasmo aquella idea tan maravillosa.
Desde los últimos acontecimientos han pasado ya varios años, y aquella niña tan especial se convirtió en una bella y alegre jovencita. Después de mucho pensar, se había decidido finalmente a asistir a la Universidad de la ciudad más próxima para comenzar con sus estudios de Biblioteconomía, ya que los libros se habían convertido con el paso del tiempo, en unos compañeros de rutas de enorme importancia.
Después de un crudo invierno, los primeros vestigios de una incipiente y cercana primavera comenzaban a hacerse notar, y las primeras flores asomaban tímidamente a la superficie, comenzando a llenar aquel lugar con sus colores tan brillantes. En el pequeño pero acogedor jardín, Juan estaba por cortar algunas flores para Mariela cuando:
- Juan! Que alegría volver a encontrarte después de tanto tiempo - aquella voz le resultaba más que familiar:
- ¡Lucía cuanto me alegro de que hayas regresado! - la observó con detenimiento - ¿cuando llegaste? esperábamos tu regreso recién en dos semanas
Mariela, sorprendida por aquel verdadero alboroto, había decidido investigar que sucedía. Sus ojos se llenaron de lágrimas al contemplar a aquella jovencita:
- ¡Lucía! ¡Que sorpresa y que felicidad volver a tenerte en casa - el abrazo de ambas parecía ser eterno, finalmente la joven se separó suavemente, y sonriendo, aun con los ojos húmedos dijo, con aquella sencillez que la había caracterizado desde siempre:
- La semana que viene comienzo mi tarea en la biblioteca local tres veces a la semana - sonrió ampliamente mientras sus bellos ojos azules centellaron de entusiasmo - en los momentos libres aun me quedará tiempo para juntarme con los niños e introducirlos en el maravilloso mundo de la aventura de la mano de aquellas "Noches de Arabia" Juan....
Un grupo de niños subía corriendo por la pendiente. Al llegar junto a Lucía, uno de ellos, preguntó:
- Escuchamos que tienes un libro muy especial, lleno de aventuras, y quisiéramos conocerlo un poco más a fondo. ¿Podrías leernos una de ellas? Quizás, si comenzaras con aquella que más te ha gustado....
Rodeada de aquellos niños tan llenos de espectativa y de entusiasmo la joven se dejó guiar hasta un árbol frondoso y añejo, debajo del cual se habíaan dispuesto algunas mantas para su mayor comodidad. De lejos, Mariela observaba aquel "cuadro", aquella "pintura viviente" con una inmensa alegría pues sabía que la mirada de Lucía seguirtía alumbrando con su luz la vida de muchas personas a su alredeor, llenando sus vidas de muchísima calidez, comprensión y felicidad.
- Nuestros amigos nos invitan a seguir celebrando escaleras arriba, y acompañados de música.
Para una pequeña niña, aquella velada fue inolvidable. Cuan no sería su sorpresa al descubrir que los artífices de aquellas bellas notas musicales no eran otros que sus grandes amigos: Mariela (violín), Fernando (saxo) y Juan (piano). Sus grandes ojos azules observaban atentamente a los tres músicos amateur, que, con verdadera pasión lograban arrancar de sus respectivos instrumentos aquellas preciosas melodías que la habían guiado hasta allí. Aquel "concierto" la había atrapado por completo, a tal punto que ni se percató de que ya no era la única espectadora. Aquellas pequeñas manitos se enrojecieron de tanto aplaudir, y entusiasmada corrió hacia aquellos músicos:
- Despacio pequeña ¡Cuidado con los instrumentos! - Mariela contuvo a duras penas la carrera de aquel pequeño torbellino humano, que los observaba con sincera admiración, aun sin poder asimilar por completo lo que había sucedido. Finalmente exclamó:
- ¡Que bello!, pero...,¿por que se han detenido?, sonaba tan bonito - los tres amigos intercambiaron una rápida y disimulada mirada, y un instante después aquellas habitaciones se volvieron a llenar de melodías alegres.
Las sorpresas aun no habían terminado. Al llegar al a la cocina, nuestra pequeña protagonista se sorprendió al ver a Juan, quien alegremente la saludó:
- Buenos días pequeña, ¿como amanecimos hoy? - la observó disimuladamente,, y, mientras llenaba la cesta de pan con exquisiteces irresistibles, dijo, en un tono más bajo: - ¿Por que no te adelantas Lucía? Estoy seguro que - le guiñó un ojo con picardía - nuevas aventuras te esperan....
La niña salió de la cocina con la intriga pintada en su pequeño rostro y con la cesta de pan en la mano, y se encontró, a mitad de camino con Mariela. Ésta al verla ya levantada exclamó:
- ¡Pequeña pero como hemos madrugado hoy! - le acarició la dorada cabellera, e ignorando por completo la presencia de Juan - no me digas que has preparado tu sola el desayuno Lucía - quedó totalmente boquiabierta al encontrarse con Juan que salía de la cocina, con el café recién preparado
- ¿Juan? sonrió ampliamente - ¡vaya mañana sorpresiva! ¿que haces tu aquí? Creí que aun estabas durmiendo plácidamente, especialmente teniendo en cuenta que nos hemos acostado a altas horas de la madrugada
El joven rió con ganas - ¿Y olvidarme del regalo especial que hemos preparado para Lucía? Aquellas "Noches de Arabia" la están esperando desde hace tiempo Mariela - y conociendo las objeciones de su amiga al respecto agregó - Verás como por si sola se esforzará en aprender a leer con más rapidez y entusiasmo.
Al llegar a su lugar, los ojos de Lucía se abrieron de par en par: sobre su asiento había un gran paquete esperando ser abierto por pequeñas y diminutas manos. Alzó sus bellos ojos azules hacia Mariela:
- Ábrelo pequeña - e intercambiando una rápida mirada con Juan - ayer estabas tan cansada después de la fiesta, que decidimos entregártelo hoy.
- ¡Un libro! - exclamó entusiasmada, quedando instantáneamente fascinada con la encuadernación sumamente colorida, y aunque todavía no era una pequeña experta en la lectura, quedó encantada con aquellos dibujos que encontró en su interior.
Juan la observaba con inmensa alegría - ¿Recuerdas aquella historia que les conté sobre Simbad el marinero? - los grandes ojos azules de Lucía intensificaron su color aun más, al exclamar: - ¿Simbad el marinero con su tesoro? - La sonrisa de Juan se intensificó - ¡Pues sí! el único que existe - buscó en el índice, y después de haber encontrado lo que buscaba volvió a cerrarlo misteriosamente - Los viajes aventureros de Simbad pequeña, y muchas otras historias maravillosas las encontrarás escondidas entre las páginas de este mágico libro
El entusiasmo de aquella niña no tenía límites, tomó el libro en sus manos y dirigiéndose a Mariela preguntó, con un encanto irresistible:
- ¿Puedes comenzar a leerme la historia de Simbad? - Mariela río con ganas - ¡Claro que sí, con gusto pequeña! - la abrazó tiernamente - tengo una idea ¿por que no comenzamos por el principio? Ya que el libro está lleno de aventuras, comencemos a recorrerlo juntas - observó a la pequeña, que la escuchaba con gran atención - ¿te parece leer dos o tres hojas por noche, por ejemplo, antes de apagar la luz? - Lucía aplaudió con entusiasmo aquella idea tan maravillosa.
Desde los últimos acontecimientos han pasado ya varios años, y aquella niña tan especial se convirtió en una bella y alegre jovencita. Después de mucho pensar, se había decidido finalmente a asistir a la Universidad de la ciudad más próxima para comenzar con sus estudios de Biblioteconomía, ya que los libros se habían convertido con el paso del tiempo, en unos compañeros de rutas de enorme importancia.
Después de un crudo invierno, los primeros vestigios de una incipiente y cercana primavera comenzaban a hacerse notar, y las primeras flores asomaban tímidamente a la superficie, comenzando a llenar aquel lugar con sus colores tan brillantes. En el pequeño pero acogedor jardín, Juan estaba por cortar algunas flores para Mariela cuando:
- Juan! Que alegría volver a encontrarte después de tanto tiempo - aquella voz le resultaba más que familiar:
- ¡Lucía cuanto me alegro de que hayas regresado! - la observó con detenimiento - ¿cuando llegaste? esperábamos tu regreso recién en dos semanas
Mariela, sorprendida por aquel verdadero alboroto, había decidido investigar que sucedía. Sus ojos se llenaron de lágrimas al contemplar a aquella jovencita:
- ¡Lucía! ¡Que sorpresa y que felicidad volver a tenerte en casa - el abrazo de ambas parecía ser eterno, finalmente la joven se separó suavemente, y sonriendo, aun con los ojos húmedos dijo, con aquella sencillez que la había caracterizado desde siempre:
- La semana que viene comienzo mi tarea en la biblioteca local tres veces a la semana - sonrió ampliamente mientras sus bellos ojos azules centellaron de entusiasmo - en los momentos libres aun me quedará tiempo para juntarme con los niños e introducirlos en el maravilloso mundo de la aventura de la mano de aquellas "Noches de Arabia" Juan....
Un grupo de niños subía corriendo por la pendiente. Al llegar junto a Lucía, uno de ellos, preguntó:
- Escuchamos que tienes un libro muy especial, lleno de aventuras, y quisiéramos conocerlo un poco más a fondo. ¿Podrías leernos una de ellas? Quizás, si comenzaras con aquella que más te ha gustado....
Rodeada de aquellos niños tan llenos de espectativa y de entusiasmo la joven se dejó guiar hasta un árbol frondoso y añejo, debajo del cual se habíaan dispuesto algunas mantas para su mayor comodidad. De lejos, Mariela observaba aquel "cuadro", aquella "pintura viviente" con una inmensa alegría pues sabía que la mirada de Lucía seguirtía alumbrando con su luz la vida de muchas personas a su alredeor, llenando sus vidas de muchísima calidez, comprensión y felicidad.




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