En aquel lúgubre lugar, apenas alumbrada por una vieja y oxidada lámpara, la oscuridad era prácticamente total, y solo después de un largo rato los ojos de Joaquín finalmente se acostumbraron a aquella penumbra. Su mente se asemejaba, en aquellos instantes, a un verdadero torbellino miles de preguntas se cruzaban, cual relámpago, dejándolo, por un instante totalmente perplejo, una mezcolanza de temor, indignación y preocupación parecía querer dominarlo. Sacudió su cabeza a fin de aclarar un poco sus ideas...¡Mecha!.., había estado tan compenetrado en (y con) sus propias ideas, que casi se había olvidado de su prima, quien tendida sobre un improvisado catre ( algunas ramas lo suficientemente fuertes, atándolas con una larga soga gruesa que había encontrado), aun yacía inconsciente, y sin dar signos de mejoría alguna. Sus mejillas, anteriormente aun con un toque leve de color se habían enpalidecido por completo, sus manos heladas denotaban la urgencia de aquella situación.
Sentado sobre una fría y húmeda roca, Joaquín repasó por enésima vez los acontecimientos que los habían llevado a esta situación. Era de vital importancia encontrar lo antes posible una manera segura de salir de aquel lugar, especialmente por Mercedes, quien se seguía deteriorando a pasos agigantados. Sonrió casi involuntariamente. Hasta ahora, para una mente racional como la suya, las aventuras eran totalmente irreales, llenas de historias imaginarias y utópicas, aunque la vida, con su enorme sabiduría, le había demostrado que ellas no solo existen, sino que tienen la facultad (al igual que los desafíos personales a los cuales nos solemos enfrentar a diario) de moldear nuestro carácter, al enfrentarnos con las diversas situaciones a resolver.
Un frío húmedo lo envolvió. Comprendiendo que no había tiempo que perder, se acercó a tientas, y siempre con la muy tenue sombra de aquella lámpara como guía, hacia la puerta. Sus dedos volvieron explorar cada rincón, cada hendidura de aquellas rocas, y aunque buscó no una sino varias veces, fue imposible encontrar la manera de salir de aquel lugar tan lúgubre. Instintivamente acercó su mano a la mochila ¡El celular! (móvil) ¿Como no lo había recordado? Estaba por marcar el número de la casa de Mercedes, cuando se percató de que estaban a varios metros bajo tierra, y la tecnología, por más avanzada que era, no los podía ayudar en aquella situación. Física y emocionalmente agotado se dejó caer sobre aquella roca ¿y ahora? había agotado las pocas posibilidades con las que contaban. ¡Sigue buscando! se repetía sin cesar, ¡recuerda que siempre existe una salida a cualquier situación! Estaba por regresar a la búsqueda, cuando escuchó:
- Shhhh.... Joaquín, ¿me escuchas? - Completamente sorprendido levantó la cabeza. Por el tono de voz se dio cuenta que se trataba de una persona relativamente joven, pero ¿quien podía ser? el joven sacudió su cabeza, ¡seguro que estaba soñando! todo debía de ser producto de su gran agotamiento.., pero la voz siguió insistiendo:
- Joaquín soy Manuel, ¿me recuerdas?
- ¡Manuel! estamos encerrados bajo tierra - rápidamente lo puso al corriente de la situación - pero ¿como nos has encontrado? Como sabrás hemos tomado muchísimas precauciones - y agregó rápidamente - Como comprenderás hemos perdido totalmente la noción del tiempo
- Estamos a martes Joaquín - Manuel aun hablaba por lo bajo y pausadamente - Al ver que no regresaban realizamos una pequeña investigación y al encontrarnos con ambas bicicletas supusimos que estaban en problemas, lo demás fue bastante sencillo
- No comprendo Manuel - ¿acaso tu puedes vernos? Aquí reina la oscuridad absoluta, - respiraba trabajosamente - se nos está acabando lenta pero seguramente el oxigeno, además - el silencio esta vez parecía eterno - Mercedes se está deteriorando a pasos agigantados, necesita ayuda urgentemente
- No temas por el oxigeno - la voz tranquila del joven ayudó a disipar un poco aquellos temores - fíjate - prosiguió en el mismo tono - si sigues la línea de la pared a tu izquierda y a aproximadamente dos metros de la lámpara verás una pequeña ventana a cada uno de los lados por las que entra un poco de aire, de luz y de oxigeno suficientes, hay algo que aun no comprendo - agregó - ¿como no dejaron la puerta abierta antes de bajar? Si tomaron las precauciones necesarias.....
Joaquín había recobrado su tranquilidad habitual. Ahora respondió - también tomamos esa precaución Manuel. Ignoro si se cerró, producto de una bocanada de aire, aunque supongo que más bien sucedió a fin de perjudicarnos. He buscado la manera de salir miles de veces, sin resultados satisfactorios algunos. Además se han acabado las baterías de nuestras linternas, por lo que vivimos en permanente penumbra
Desde aquellas minúsculas ventanas se escuchaban las diferentes voces que bajaban, cual murmullo, a aquel lugar tan inhóspito. Finalmente se volvió a escuchar a Manuel - Joaquín, bajaré una cesta con baterías suficientes, un buen puñado de frutas y de frutos secos, algo de chocolate, además de varias botellas de agua. Recuerda, aun si tienes muchísima sed, toma de a sorbos pequeños.
Muy pronto el delicioso aroma de las frutas frescas inundaba aquella prisión. Joaquín se acercó a Mercedes, quien aun yacía inconsciente en el mismo lugar. Suavemente le humedeció los labios con agua fresca, repitiendo la operación una y otra vez. Regresó en busca de una jugosa manzana, la cortó con la mano en pequeños pedacitos y se volvió a acercar a aquella cama improvisada:
- Mecha, despierta - le susurró al oído - ¿no te apetece una manzana? Jugosa y dulce, tal como te gusta, te ayudará a recobrar algo de fuerza y de energía - volvió a humedecerle los labios - vamos Mecha - la animó - no te dejes vencer, sabes, aquí todos te necesitamos muchísimo - terminó de tomar el vaso de agua, y al regresar al lado de su prima, volvió a humedecerle por enésima vez los labios..., con los ojos húmedos de emoción observó como aquellos labios se entreabrían.., por fin, después de tantos momentos de angustia los grandes y verdes ojos de Mercedes volvieron a abrirse, y con sorpresa preguntó, con un débil hilo de voz:
- ¿Que sucede Joaquín? ¿Adonde estamos, y porque está tan oscuro?
Con gran alegría, y en el tono más tranquilo que encontró respondió: - ¿No recuerdas? en busca de la primera pista para desentrañar el misterio del Papiro de la Verdad nos quedamos encerrados en este lugar....
Mercedes asintió - recuerdo que habíamos bajado por aquellas escaleras - señaló hacia la puerta - estaba a medio abrir, decidí por lo tanto regresar, a fin de abrirla de par en par, dí algunos pasos hacia ella y vi una figura alta y corpulenta, algo me golpeó en la cabeza..., luego todo fue oscuridad.
Joaquín le entregó una manzana,un racimo de uvas y un melocotón, algunas avellanas y una botella de agua - Lo primero es volver a recobrar un poco la energía - y anticipándose a la siguiente pregunta - Manuel ha estado ayudando desde afuera Mecha - levantó la cabeza y, en tono más fuerte llamó - Manuel, hay buenas noticias, Mecha está devorando, con un apetito feroz, una jugosa y dulce manzana
- ¡Cuanto me alegro! - la jovial voz de Manuel se escuchaba con fuerzas - cuando hayan terminado de comer los ayudaré a salir de este lugar.
Siempre guiados por Manuel, nuestros dos aventureros pronto se encontraron frente a una segunda puerta cerrada con un enorme candado que debía provenir de hace milenios. Buscando, a uno de los lados, se encontraron con una hendidura entre piedra y piedra, un escondite perfecto para una oxidada y enorme llave que encajaba a la perfección en aquel candado tan desgastado. Y finalmente aquella puerta se abrió, no sin antes resistirse muchísimo, dejando entrar la luz de un brillante sol de verano. Apoyada en Joaquín una aun débil Mercedes se dirigió hacia aquel coche que los esperaba. Lo primero era recuperar fuerzas y energía. Unos días de descanso obligado les vendrían de maravilla. Luego habría tiempo suficiente para seguir investigando. Quizás, pensó Joaquín, mientras se dirigían velozmente hacia la gran residencia, no sería tan mala idea hablar con Julia, una ex compañera de trabajo, quien, por motivos que aun desconocía, había decidido renunciar al trabajo en la editorial hace ahora cuatro años. Aquellas revelaciones de Julia no solo confirmarían sus peores sospechas, sino que también lo sacudirán hasta los cimientos más íntimos.....
Un frío húmedo lo envolvió. Comprendiendo que no había tiempo que perder, se acercó a tientas, y siempre con la muy tenue sombra de aquella lámpara como guía, hacia la puerta. Sus dedos volvieron explorar cada rincón, cada hendidura de aquellas rocas, y aunque buscó no una sino varias veces, fue imposible encontrar la manera de salir de aquel lugar tan lúgubre. Instintivamente acercó su mano a la mochila ¡El celular! (móvil) ¿Como no lo había recordado? Estaba por marcar el número de la casa de Mercedes, cuando se percató de que estaban a varios metros bajo tierra, y la tecnología, por más avanzada que era, no los podía ayudar en aquella situación. Física y emocionalmente agotado se dejó caer sobre aquella roca ¿y ahora? había agotado las pocas posibilidades con las que contaban. ¡Sigue buscando! se repetía sin cesar, ¡recuerda que siempre existe una salida a cualquier situación! Estaba por regresar a la búsqueda, cuando escuchó:
- Shhhh.... Joaquín, ¿me escuchas? - Completamente sorprendido levantó la cabeza. Por el tono de voz se dio cuenta que se trataba de una persona relativamente joven, pero ¿quien podía ser? el joven sacudió su cabeza, ¡seguro que estaba soñando! todo debía de ser producto de su gran agotamiento.., pero la voz siguió insistiendo:
- Joaquín soy Manuel, ¿me recuerdas?
- ¡Manuel! estamos encerrados bajo tierra - rápidamente lo puso al corriente de la situación - pero ¿como nos has encontrado? Como sabrás hemos tomado muchísimas precauciones - y agregó rápidamente - Como comprenderás hemos perdido totalmente la noción del tiempo
- Estamos a martes Joaquín - Manuel aun hablaba por lo bajo y pausadamente - Al ver que no regresaban realizamos una pequeña investigación y al encontrarnos con ambas bicicletas supusimos que estaban en problemas, lo demás fue bastante sencillo
- No comprendo Manuel - ¿acaso tu puedes vernos? Aquí reina la oscuridad absoluta, - respiraba trabajosamente - se nos está acabando lenta pero seguramente el oxigeno, además - el silencio esta vez parecía eterno - Mercedes se está deteriorando a pasos agigantados, necesita ayuda urgentemente
- No temas por el oxigeno - la voz tranquila del joven ayudó a disipar un poco aquellos temores - fíjate - prosiguió en el mismo tono - si sigues la línea de la pared a tu izquierda y a aproximadamente dos metros de la lámpara verás una pequeña ventana a cada uno de los lados por las que entra un poco de aire, de luz y de oxigeno suficientes, hay algo que aun no comprendo - agregó - ¿como no dejaron la puerta abierta antes de bajar? Si tomaron las precauciones necesarias.....
Joaquín había recobrado su tranquilidad habitual. Ahora respondió - también tomamos esa precaución Manuel. Ignoro si se cerró, producto de una bocanada de aire, aunque supongo que más bien sucedió a fin de perjudicarnos. He buscado la manera de salir miles de veces, sin resultados satisfactorios algunos. Además se han acabado las baterías de nuestras linternas, por lo que vivimos en permanente penumbra
Desde aquellas minúsculas ventanas se escuchaban las diferentes voces que bajaban, cual murmullo, a aquel lugar tan inhóspito. Finalmente se volvió a escuchar a Manuel - Joaquín, bajaré una cesta con baterías suficientes, un buen puñado de frutas y de frutos secos, algo de chocolate, además de varias botellas de agua. Recuerda, aun si tienes muchísima sed, toma de a sorbos pequeños.
Muy pronto el delicioso aroma de las frutas frescas inundaba aquella prisión. Joaquín se acercó a Mercedes, quien aun yacía inconsciente en el mismo lugar. Suavemente le humedeció los labios con agua fresca, repitiendo la operación una y otra vez. Regresó en busca de una jugosa manzana, la cortó con la mano en pequeños pedacitos y se volvió a acercar a aquella cama improvisada:
- Mecha, despierta - le susurró al oído - ¿no te apetece una manzana? Jugosa y dulce, tal como te gusta, te ayudará a recobrar algo de fuerza y de energía - volvió a humedecerle los labios - vamos Mecha - la animó - no te dejes vencer, sabes, aquí todos te necesitamos muchísimo - terminó de tomar el vaso de agua, y al regresar al lado de su prima, volvió a humedecerle por enésima vez los labios..., con los ojos húmedos de emoción observó como aquellos labios se entreabrían.., por fin, después de tantos momentos de angustia los grandes y verdes ojos de Mercedes volvieron a abrirse, y con sorpresa preguntó, con un débil hilo de voz:
- ¿Que sucede Joaquín? ¿Adonde estamos, y porque está tan oscuro?
Con gran alegría, y en el tono más tranquilo que encontró respondió: - ¿No recuerdas? en busca de la primera pista para desentrañar el misterio del Papiro de la Verdad nos quedamos encerrados en este lugar....
Mercedes asintió - recuerdo que habíamos bajado por aquellas escaleras - señaló hacia la puerta - estaba a medio abrir, decidí por lo tanto regresar, a fin de abrirla de par en par, dí algunos pasos hacia ella y vi una figura alta y corpulenta, algo me golpeó en la cabeza..., luego todo fue oscuridad.
Joaquín le entregó una manzana,un racimo de uvas y un melocotón, algunas avellanas y una botella de agua - Lo primero es volver a recobrar un poco la energía - y anticipándose a la siguiente pregunta - Manuel ha estado ayudando desde afuera Mecha - levantó la cabeza y, en tono más fuerte llamó - Manuel, hay buenas noticias, Mecha está devorando, con un apetito feroz, una jugosa y dulce manzana
- ¡Cuanto me alegro! - la jovial voz de Manuel se escuchaba con fuerzas - cuando hayan terminado de comer los ayudaré a salir de este lugar.
Siempre guiados por Manuel, nuestros dos aventureros pronto se encontraron frente a una segunda puerta cerrada con un enorme candado que debía provenir de hace milenios. Buscando, a uno de los lados, se encontraron con una hendidura entre piedra y piedra, un escondite perfecto para una oxidada y enorme llave que encajaba a la perfección en aquel candado tan desgastado. Y finalmente aquella puerta se abrió, no sin antes resistirse muchísimo, dejando entrar la luz de un brillante sol de verano. Apoyada en Joaquín una aun débil Mercedes se dirigió hacia aquel coche que los esperaba. Lo primero era recuperar fuerzas y energía. Unos días de descanso obligado les vendrían de maravilla. Luego habría tiempo suficiente para seguir investigando. Quizás, pensó Joaquín, mientras se dirigían velozmente hacia la gran residencia, no sería tan mala idea hablar con Julia, una ex compañera de trabajo, quien, por motivos que aun desconocía, había decidido renunciar al trabajo en la editorial hace ahora cuatro años. Aquellas revelaciones de Julia no solo confirmarían sus peores sospechas, sino que también lo sacudirán hasta los cimientos más íntimos.....




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